Los ojos del mundo están puestos sobre Donald Trump. Este republicano y magnate de 70 años, convertido en el presidente número 45 de los Estados Unidos, planea dar un giro de timón radical a todos y cada uno de los acuerdos comerciales que esa nación ha suscrito con el mundo.
Trump, que se valió de un agudo instinto para alimentar una inusual campaña, plagada de epítetos y aires populistas, asombró al mundo con su verbo amenazador con el que prometía poner en revisión todos los acuerdos comerciales, con la idea de dar al traste con el “abuso” de los socios comerciales y comenzar a cumplir su promesa bajo el slogan: “Volver a hacer grande a América”.
En una entrevista que sostuvo a finales de marzo con el Washington Post, Trump espetó: “¿Por qué somos siempre nosotros los que tenemos que hacerlo todo?”, y agregó: “Pagamos cientos, miles de millones para apoyar a otros países que en teoría son más ricos que nosotros”. “¿Por qué? Yo iría y llevaría a cabo un acuerdo muy diferente con ellos, que sería mucho mejor”.
El republicano y empresario, que triunfó a pesar de la falta de apoyo de su partido, tiene las riendas y prometió que dentro del plan de los primeros 100 días en materia de comercio exterior, emitirá una notificación de intención de salir del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (en inglés Trans-Pacific Partnership -TPP-), considerado por Trump “un desastre potencial” para su país. “En vez de eso negociaremos acuerdos bilaterales justos que traigan la industria y empleos de vuelta a Estados Unidos”, dijo la semana pasada.
El tratado, promovido por Barack Obama, que involucra a 11 países más: Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, y los latinoamericanos México, Perú y Chile, tras más de cinco años de negociaciones, fue firmado en febrero de este año por 12 naciones que, juntas, representan 40% de la economía mundial, pero todavía tiene que ser ratificado en febrero de 2018.
El gran detalle es que la eliminación del TPP no requiere ratificación del Congreso, por lo que de un plumazo quedaría suprimido.
Las reacciones no se dejaron esperar. El primer ministro japonés, Shinzo Abe, alegó que “sin Estados Unidos, el acuerdo no tiene sentido”.
Analistas nacionales sostienen que Trump está pasando por alto un elemento clave en el concurso mundial: China.
Félix Gerardo Arellano, internacionalista, considera que de materializarse las amenazas de Donald Trump, el gran ganador de la contienda será el gigante asiático, no solo una potencia de consumo y de producción industrial, sino que además conocedor y prudente en los negocios internacionales.
El analista considera que el nuevo conductor de los estadounidenses, podría iniciar un juego peligroso, que aísle a Estados Unidos y a sus inversores.
Advierte que la desaparición del TPP, antes de que naciera, encierra una señal política muy negativa y de irrespeto. “Creo que los acuerdos comerciales son fundamentales en un mundo globalizado. Lo sensato debería ser revisar el acuerdo y convocar a sus miembros para hacer correcciones, si crees que está mal diseñado o te perjudica. Existen críticas incluso sobre la forma oculta en como se llevó el acuerdo. Convérsalo ”, comentó Arellano, quien considera que los acuerdos bilaterales, de los que Trump echará mano, no son malos persé, son complementarios. No son excluyentes con los acuerdos multilaterales.
Gustavo Márquez Marín, especialista en el tema comercial, también estima que China podría tomar la bandera dentro del TPP, y armar una estrategia comercial de un tratado sin Estados Unidos.
Ahora bien, para Márquez luce en extremo complicado que el Gobierno de Trump pueda asumir el cierre comercial a un enorme conglomerado transnacional que maneja sus capitales con el mundo y en especial con el gigante de la manufactura industrial que es China.
“Aún cuando Trump asuma una visión proteccionista a lo interno, va a seguir liderando hacia a fuera, buscando negocios comerciales para la recolonización y sus necesidades extrativistas», señaló.
Para Márquez, esa estratégica de Trump no va a cambiar las relaciones de Estados Unidos con América Latina, estima que muy por el contrario, ahora habrá una mayor presión”, opina.
Nafta en revisión
También la renegociación o eliminación del Nafta (North American Free Trade Agreement) está en ciernes. México, que junto con Canadá son socios en este acuerdo con Estados Unidos, podría ver cerradas muchas puertas y dar al traste con uno de los principales pactos económicos para la nación azteca.
México, que como ningún otro país, recibió las mayores descalificaciones y amenazas durante la campaña de Trump, se mantiene expectante y preocupado por su futuro incierto.
La posibilidad de una eventual eliminación del Nafta, está prevista, según el propio magnate, dentro de los 200 días de su gobierno que comienza el 20 de enero de 2017.
Arellano estima que Trump se verá de alguna manera presionado, por el propio partido republicano, para entender que la relación con su vecino del sur, es clave, no solo para los mexicanos, sino que también para los norteamericanos e inclusive para Canadá.
El internacionalista señala que la agroindustria norteamericana ha crecido significativamente gracias a México, y que tras ello hay mucho empresario y mucho empleo que no puede ser lanzado a la borda.
Ahora bien, Arellano también advierte que tras los planes comerciales de Trump, existe un lamentable filón político ideológico, donde el desprecio hacia los mexicanos y a los extranjeros en general es claro. “Y esto si que no es nada económico, ni técnico”.
Vuelve Márquez y agrega que para Estados Unidos la afectación no es menor, toda vez que, de la maquila instalada en México, ha dependido el crecimiento de una importante burguesía en Norteamérica. Refiere además que el Nafta contempla un tema en materia de seguridad fundamental para Estados Unidos.
Para Márquez este pacto comercial lo que ha hecho es empobrecer a México. Estima que los aztecas deberían asumir la eliminación del tratado como una oportunidad para rediseñar e independizar su economía.
En este sentido, opina que América Latina debe verse como un conjunto e independizarse. “Debe buscar mecanismo de integración cónsonos con sus realidades”.
FUENTE: EL MUNDO ECONOMIA